Es difícil poder dimensionar lo que una persona siente cuando se encuentra frente a la pérdida de un embarazo temprano o tardío, o cuando pierde su hijo en el momento del nacimiento o inmediatamente después, por eso, creo que es muy importante poder visibilizar el proceso de duelo por el que atraviesan las mujeres que han tenido que vivir esta experiencia, como sus parejas y familia, darles voz, reconocer que se ha vivido un evento que es traumático, y acompañar a las personas en su dolor; dolor que irá mutando, pero que será parte de sus vidas de ahora en más. Sabemos que el significado que le otorga cada mujer y cada familia a la pérdida es particular y único, y está vinculado a múltiples factores. Cada experiencia se vive de manera individual, y cada persona tiene sus propios recursos para vivir y enfrentar el duelo. Se considera al respecto que no es el tiempo de gestación lo que determina el impacto del suceso, sino el lugar que los padres le han dado emocionalmente a este hijo, dotándolo de una identidad como persona. Montoya (2017 en Miranda, Y. 2019) especifica que el significado que le otorgan los padres a un hijo ronda alrededor de los sueños, proyectos, representación del futuro y continuidad que el hijo representa para ellos.
En función de esto se cree que dentro de los innumerables factores que existen y que inciden en el significado que tiene la pérdida, hay algunos que influyen de manera directa, como el deseo del embarazo (aclarando que en los casos de abortos provocados también se vive un duelo pero no será abordado aquí) como los proyectos y fantasías que se hayan ideado, hacerse de ropa, haber realizado ecografías, percibir los movimientos del bebé, etc. Sumado a la personalidad previa de la mujer y a las circunstancias contextuales del momento. López, A. (2011) menciona que también influyen la expectativa de los progenitores, la cultura y sociedad a la que pertenecen los padres, si es el primer embarazo, o si la mujer se encuentra al final de su vida productiva, asi como también que haya sido un embarazo concebido por medio de tratamientos de fertilización asistida. Como factores de riesgo Neugebauer, R.(1992) y Athey, J. (2000 en López, A. 2011) distinguen como factores de riesgo antecedentes psiquiátricos previos, haber tenido pérdidas frecuentes, depresión, no tener hijos ni pareja estable, ni familia y red de apoyo, no poseer información, ni una explicación de lo que pasó, y estar atravesando otra crisis vital. Lacasta, M. y Soler, M. (2004 en Pedroza, A. 2017) agregan problemas de salud física, culpa, haber vivido duelos anteriores que aún resultan problemáticos y factores circunstanciales como la pérdida inesperada y súbita, asi como un bajo nivel socioeconómico.
Curiosamente, este es un duelo que suele pasar inadvertido, sobre todo si la pérdida ocurre antes de las doce semanas de gestación, y si se da después, de todas maneras, es algo de lo que no suele hablarse demasiado, ya que por lo general la red de sostén de la pareja gestante no sabe cómo actuar en estas situaciones, sin olvidar que todos realizan su propio duelo. López, A. (2011) aporta que no hay rituales elaborados puntuales en la mayoría de las religiones para las pérdidas de este tipo. En función de lo que destaca que hay un silencio y un secretismo aprendidos que rodean esta temática y que se deben al tabú sobre hechos íntimos como la sexualidad, embarazo, menstruación, menopausia, notando como fenómenos naturales se tornan un misterio. Bourne, S.(1968 en López, A. 2011) lo conceptualiza como un “no- suceso” enfatizando que socialmente se toma como algo que debe olvidarse rápidamente para concebir de nuevo cuanto antes y Doka, K. (1989 en Miranda, Y. 2019) habla de una dimensión interpersonal y social del duelo, exponiendo que hay duelos desautorizados, cuando no son tenidos en cuenta por el entorno o pasan inadvertidos, como serian estas pérdidas.
En el entorno se suelen escuchar frases como: “mejor ahora que después”, o “las cosas son por algo”, “dios sabe porque hace las cosas”, “no era el momento”, etc.; por supuesto en el afán de poder ayudar de alguna manera, pero generando en la persona que vive el duelo mayor soledad. Soto, V.; Rodríguez, N.; Martínez, C.; Rubio, S. y Martínez, C. (2016) mencionan frases a evitar en caso de pérdida perinatal en las que se hace alusión a la suerte de tener más hijos, a la edad gestacional, a la juventud de la mujer, a la posibilidad de volver a quedar embarazada, a hacer hincapié en olvidar o concebir nuevamente con rapidez, etc. Por esto se hace indispensable que todos estemos informados sobre como acompañar a las parejas que han perdido su bebé y que las propias personas que viven esto puedan saber que hay recursos para poder atravesar el dolor y aprender a llevarlo con ayuda del entorno y/o acompañamiento terapéutico.
Toda pérdida implica un proceso de duelo, el cual se define según López, A. (2011) como reacción y adaptación psicológica frente a la perdida de cualquier cosa vinculada y querida por la persona, como objetos, ilusiones, proyectos etc. Se considera que un proceso de duelo es natural si dura hasta dos años luego de ocurrido el hecho.
Acerca del duelo perinatal, Kowalski, K. (1987 en López, A. 2011) lo define como la pérdida que puede darse entre la concepción y alrededor del primer año de vida, considerando como tales el embarazo ectópico, aborto espontáneo o inducido, feto muerto en útero o durante el parto, de bebés prematuros, o nacidos con anomalías congénitas, teniendo un concepto amplio de pérdida que incluye también los hijos dados en adopción.
Cuando hablamos de pérdida perinatal nos referimos a la que se produce desde la semana 28 de gestación hasta el final de la primera semana del neonato luego del nacimiento y cuando hablamos de perdida gestacional a la que se da desde la concepción hasta el fin de los dos primeros trimestres del embarazo.
En relación a la experiencia del duelo probablemente haya sensaciones, emociones diversas y fluctuantes, o experiencias como sentir que el mundo se detuvo, como considerar el evento como una bisagra en la vida en cuanto a la que eras, y a la que sos, la imagen del recuerdo vuelva una y otra vez, brote la angustia y tengas la sensación de ser incomprendida, la mente se dispare hacia miles de pensamientos difíciles. Un sinfín de emociones, sensaciones y dolor acompañan este momento. En consecuencia podemos decir que Brown y Goodman (2005 en Pedroza, A. 2017) sostienen que el duelo es una experiencia dolorosa que se manifiesta en las áreas emocionales, psicológicas, cognitivas y conductuales, destacando como una práctica cultural para manifestar el duelo al luto.
Las manifestaciones del duelo en términos generales serian las siguientes:
- Área emocional y psicológica: ansiedad, culpa, angustia, miedo, enojo, agotamiento; puede sentirse envidia frente a otras mujeres que tuvieron su bebé, irritabilidad, labilidad, insensibilidad, añoranza y desamparo.
- La Asociación Americana de Psiquiatría (2014 en Miranda, Y. 2019) destaca el sentimiento de vacío, habiendo oleadas que llama, punzadas de dolor, a través de los días en los que el pensamiento hace foco en la pérdida.
- Área conductual: desorganización de la vida cotidiana, conductas de búsqueda y relacionadas a los aniversarios de concepción, de parto, de pérdida, etc.
- Área cognitiva: pensamientos en torno al propio cuerpo, como tener enfermedades desconocidas, o haber hecho algo mal, o relacionados a la baja autoestima. Dificultad de concentración, desorientación, sueños repetitivos de los hechos, recuerdos recurrentes, pensamientos e imágenes intrusivas, confusión temporal, aturdimiento, pérdida de control y sensación de irrealidad.
Estas manifestaciones se van sucediendo según el momento del proceso de duelo, por eso hay autores que distinguen etapas en su elaboración y otros que hablan de tareas. En relación a las fases, el duelo comienza con un embotamiento mental, en que la persona realiza conductas de manera automática y no toma conciencia sobre la realidad. Luego se da una fase de anhelo y búsqueda; por lo general aparecen sentimientos de culpa, ansiedad, tristeza e injusticia. En tercer lugar desorganización y desesperación donde predomina la tendencia al abandono y finalmente se da una reorganización; se vuelve a establecer una rutina, se rehace la vida y se vuelve a experimentar capacidad de disfrute. (Kübler, R.1989 en Pedroza, A. 2017).
Si tomamos la perspectiva de las tareas, la primera es aceptar la realidad de la pérdida, la segunda poder trabajar las emociones y el dolor, la tercera adaptarse al nuevo contexto, sin la presencia del embarazo o bebé, y la última, continuar con la vida. (Alférez, D., 2012; Santos, P. Yañez, A. y Al-Adib, M. 2015; Umamanita y El Parto es Nuestro, 2009; en Soto, V.; Rodriguez, N.; Martinez, C.; Rubio, S. y Martinez, C., 2016).
Para transitar este camino hay que animarse a experimentar el dolor, conectarse con él, es natural, y es entendible que esté, y que lo haga el tiempo que tenga que estar, no te presiones, no tenés que sentir distinto y rápidamente volver a tu vida cotidiana y callar. No luches con tus pensamientos y tus recuerdos. Lo que hagas para pasar este momento va a estar bien. Igualmente me gustaría mencionar algunas cosas que considero de ayuda, en primer lugar, que puedas hablar, que pidas a tu red de apoyo lo que necesitas, que acudas a pedir una consulta terapéutica si sentís que esto es demasiado para sobrellevar; no para quitar el dolor, sino para aprender a sostenerlo y poder además poner atención de a poco a otras cosas que también son importantes para vos, que valoras, y que también dan sentido a tu vida. Creo pertinente, mencionar que Nevado y Gonzales (2018 en Miranda, Y. 2019) teorizan que el duelo necesita de ayudas externas, ya sean profesionales o de la red de apoyo, en función de lo cual Miranda, Y. (2019) enumera tres condiciones que resultan favorables para atravesar el proceso de duelo, que son el poder contar con información sobre como es un duelo, tener compañía, como familia y amigos, a los que llama interlocutores del dolor que nos acompañen y en tercer lugar el poder hablar sobre el dolor.
En conclusión se hace necesario remarcar la importancia de dar lugar a esta clase de duelos, tanto para quienes acompañan o rodean a personas que han pasado por esto, como para los mismos protagonistas. Es necesario poder acompañar desde la presencia, la escucha, los silencios, respetando el sentir, el pensar y las elecciones de cada pareja y mamá en duelo para poder asi hacer del duelo una oportunidad de crecimiento.
Romero Juncos Yohana
Lic. en Psicología M.P. 8375, Doula
Integrante del equipo de GAIA
Bibliografia:
-López, A. (2011) “Duelo perinatal: un secreto dentro de un misterio”. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.,; 31 (109), 53-70. Extraído de : http://scielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/v31n1/05.pdf
-Miranda, Y. (2019):“Estrategias de afrontamiento en padres que han perdido un hijo de manera inesperada en su proceso de elaboración de duelo”. Tesis de grado para obtener la licenciatura en psicología. Universidad Insurgentes; plantel Tlalnepantla. México. Extraído de:
-Pedroza, A. (2017). “Aplicación de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) al duelo”. Trabajo fin de grado en psicología. Facultad de humanidades y ciencias de la educación, Jaen. Extraido de :tauja.ujaen.es/handle/10953.1/5891
https://hdl.handle.net/10953.1/5891
-Soto, V.; Rodriguez, N.; Martinez, C.; Rubio, S. y Martinez, C. (2016). “Guía de actuación y acompañamiento en la muerte gestacional tardia”. Hospital clínico universitario Virgen de la Arrixaca. Murcia, España. Extraido de: https://www.redelhuecodemivientre.es/wp-content/uploads/Guia-duelo-perinatal-MURCIA.pdf